Edad Ideal para dejar el Chupete

chino bravo
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Acaba de soplar las velas de los dos años. Después ha cogido su chupete y se lo ha vuelto a poner en la boca. Nos sonríe. Le devolvemos la sonrisa y pensamos: “Ay, tenemos que quitárselo”, ¿Pero de verdad hay que hacerlo este año? ¿Tan malo es?


Existe bastante consenso sobre las renuncias que implica cruzar la línea de los dos años: el pequeño deberá abandonar su chupete, el biberón, el dedo si se lo chupa. En fin... Pero, ¿por qué a los dos años? ¿A los dos años justos, o vale igual a los dos años y diez meses? ¿Y qué pasa si tarda un poco más? ¿Cómo sabemos que ha llegado el momento? ¿Hay situaciones que justifican esperar? ¿Qué le puede pasar si no lo deja? ¿Cómo ayudar al niño en este proceso? Exploremos esta compleja cuestión.

Todos los niños tienen la necesidad natural de succionar desde que nacen hasta los dos o tres años, y cada uno busca la forma de cubrir esa necesidad. Unos lo harán aún con el pecho de la madre, otros con el dedo, otros con el chupete. Si tu hijo cuenta con el chupete, a estas alturas se habrá convertido en un importante objeto de consuelo. Succionar no tiene una mera función alimenticia. La presión sobre el paladar específica de la succión ayuda al niño a calmarse y regularse frente a las dificultades que encuentra diariamente, cuando aún no tiene otras herramientas para hacerlo. Esto se ve reforzado porque el niño relaciona la succión con el cálido bienestar de los primeros contactos con mamá.

Llega un momento en el que esta necesidad de succionar empieza a desaparecer de forma natural. A los dos años. Entre los 24 y los 36 meses. Pero no siempre es así. Algunos niños continuarán haciendo uso del chupete más allá de los 36 meses sin que ello revele un problema de fondo o tenga que suponer un futuro problema.

Cómo ayudarle a dejar el chupete

Si el niño mantiene una relación saludable con su chupete, puede dejar el hábito de un día para otro o poco a poco. De esta forma le damos un empujoncito:
Elegimos juntos un lugar físico para el chupete: estará ahí y él nos lo podrá pedir cada vez que lo necesite (se lo daremos, claro). Ya no está completamente a mano y es más fácil que se olvide de él o solo lo busque en los momentos clave.
Le animamos a sustituirlo por otro objeto de consuelo, como un muñeco. Ambos pueden convivir durante un tiempo, no pasa nada.
Nos fijamos en los momentos en los que nos pide el chupete: ¿Cómo se siente? ¿Triste, aburrido, agobiado? ¿Es posible que si le acompañamos, jugamos con él y le abrazamos no necesite el chupete para afrontar el momento?
Se trata de ofrecerle otras herramientas a cambio del chupete, que es su método de autoconsuelo. No es el momento de discutir (¡no, el chupete no!), pues le causará más tensión, sino de ofrecerle alternativas. Si aun así quiere su chupete, se lo daremos. La idea es sustituir una forma de encontrar consuelo por otra que consideramos más apropiada o saludable. El chupete le proporciona a lo largo de su etapa sensorio-motriz (dura hasta los dos años) una forma física de autoconsuelo. Y el niño de esta edad cada vez tiene más capacidad de desarrollar estrategias que no son físicas, casi todas relacionadas con el juego y el apoyo emocional.

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