Juguetes Encajables

chino bravo
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Los juguetes encajables son un reto irresistible para los niños. Imma Marín, asesora pedagógica experta en educación a través del juego de Fisher Price, nos explica por qué les gustan tanto y qué les enseñan.


Os voy a proponer un juego: imaginad por un momento una escena en la que estáis disfrutando de puro placer. ¿Sí? Apuesto a que en muchos casos ese instante está relacionado con “il dolce far niente”… tal vez tomando el sol en una playa paradisíaca, recibiendo un masaje en un balneario, o en una cena con amigos. Y es que, para los adultos, nuestra vertiginosa actividad nos lleva a entender el relax, descanso, la desconexión como fuente de placer y diversión.
Bebés: les divierte superar retos


Para los niños es distinto. Para ellos, la diversión y el placer están directamente relacionados con el esfuerzo, con las metas superadas, con ponerse a prueba y superar retos. Sus caritas de concentración son preludio de lo que será sin duda una de las más genuinas expresiones de felicidad del ser humano: el de la tarea conseguida.

Qué aprenden los niños con los juguetes encajables

Así, los juegos y juguetes encajables nos muestran distintas y atractivas maneras de poner a prueba las capacidades de nuestros pequeños con tal de concluir el propósito. En eso consisten la Pirámide Balanceante, los Bloques Infantiles o el Caracol, bloques y música, de Fisher Price.

Con ellos, el bebé no sólo ejercita su psicomotricidad gruesa manipulando los elementos, lo que le permite aprender a distinguir sus formas y colores y reconocerlos, sino que se concentra para coordinar sus movimientos. No le resulta fácil hacer que su mano coloque la pieza en el agujero que sus ojos distinguen a la perfección.

Y por último, la misión: construir una pirámide, colocar los bloques en la cesta o apilar y encajar las piezas en un simpático caracol. Ahí es nada.

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